domingo, 29 de julio de 2012

Identidad Sexual


   Ahora han psicologizado tantos sus encuentros, que muchas parejas son incapaces de hablar entre sí de algo que no sea su propia relación (algo tan importante como el color de la tapicería del sofá ha pasado a un plano secundario). 

   Y antes de formalizarla, entre manuales, tratados, y sexología científica, no dejan de plantearse profundas preguntas como: "¿deberíamos separarnos ya?", "¿esperamos demasiado el uno del otro?", "¿estamos seguros de nuestra identidad sexual?", "¿podremos soportar la desventaja de no ser bisexuales?", "¿estamos preparados para una relación seria?". 

   Cuando la pareja no sabe o no puede contestar a ninguna de estas preguntas, decide que lo mejor es ¡juntarse! Ante esta empecinada adhesión al emparejamiento (lo que ya les descalifica como personas sensatas), muchos especialistas están invitando a las parejas a seguir profundizando sin desmayo en tan curioso misterio de inadaptación zoológica, sometiéndolas a importantes modelos teóricos de tratamiento. Sus títulos son ya toda una esperanza: 'Psicodiagnóstico erapéutico de la relación de pareja', 'Terapéutica de la pareja en relación al psicodiagnóstico' o 'Relación terapéutica en el psicodiagnóstico de la pareja'. 

Parece, pues, que por fin, ¡todos se están enfrentando definitivamente al problema cogiendo el toro por el rabo! Lástima que a priori nunca se sabe en qué fallará una relación entre hombre y mujer. Y, muchísimas veces, ni siquiera después. Por las náuseas se intuye cuándo se va a estrellar. Cuando se estrella un avión la "caja negra" revela las causas de la tragedia. ¡Pero, lamentablemente, no hay "caja negra" en el amor!


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