jueves, 25 de febrero de 2010

Dominicanos, modelo a seguir ?


Algo más de la mitad de las mujeres dominicanas mayores de 15 años se encuentra emparejada: en 1981 esa proporción era del 52,7%. La mayor parte de dicho emparejamiento (un 55% en 1981) tenía lugar mediante unión consensual.

La situación conyugal de hombres y mujeres presenta algunas diferencias apreciables, especialmente en cuanto a la composición de los no emparejados. En efecto, la proporción de emparejados de ambos sexos era similar, si bien los hombres declaraban esa situación conyugal algo menos que las mujeres (en 1981, un 51% afirmaba vivir en pareja). Sin embargo, entre los no emparejados, las mujeres se declaraban un 32,0% solteras, un 9,4% divorciadas o separadas, y un 5,9% viudas; en tanto los hombres se declaraban un 44,8% solteros, un 2,9% divorciados o separados, y un 1,3% viudos.

Estas diferencias tienen diversas causas: la tendencia de los hombres a declararse en situación de soltería, pero sobre todo la diferente estructura etaria de la situación conyugal de los hombres. Estos se emparejan más tarde y enviudan menos que las mujeres, por cuanto son menos longevos que éstas.

En efecto, si las diferencias apreciables entre la proporción de personas divorciadas y separadas, así como viudas, que presentan las poblaciones femenina y masculina, no introducen una distancia más notable en cuanto a la proporción de emparejados en ambos sexos, esto es debido a que los hombres tardan menos en volver a emparejarse que las mujeres, además de esa tendencia a declararse solteros en vez de separados o divorciados.

La explicación de que los hombres puedan volver a emparejarse más rápidamente que las mujeres, está referida a que en general hay una mayor proporción de mujeres en disposición de emparejarse, especialmente en ambos extremos de la estructura etaria. Por un lado, a partir de los 35 años hay un mayor número de viudas que de viudos que pueden querer emparejarse. Por el otro, las mujeres comienzan a emparejarse mucho antes que los hombres: según el Censo de 1981, un 31,6% de las mujeres entre 15 y 24 años ya estaba emparejada, mientras lo estaba sólo un 12,6% de los hombres con igual edad. Ello induce una mayor proporción de solteros entre los hombres jóvenes, al mismo tiempo que entre los adultos una mayor posibilidad de encontrar mujeres dispuestas al emparejamiento, en un rango etario considerablemente amplio.

Aunque con ligeras oscilaciones, se aprecia una tendencia global a una baja en la nupcialidad de la población dominicana: en 1950 tenían lugar 6,2 matrimonios por cada mil habitantes, cifra que descendió a 3,8 en 1970 y a 2,3 en 1987. En las últimas dos décadas hubo un repunte de la nupcialidad conforme avanzaban los años 70, hasta alcanzar una tasa de 5,2 en 1980, para luego declinar claramente durante el pasado decenio.

Por el contrario, el número de divorcios ha aumentado progresivamente, con lo que la relación entre nupcialidad y divorcialidad ha ido evolucionando a favor de ésta última: si en 1950 había 5,6 divorcios por cada cien matrimonios, en 1985 se producían 40 divorcios por igual número de matrimonios. Durante el segundo quinquenio de los años ochenta se observa una caída notable tanto en el número de matrimonios como en el de divorcios. Esa menor formali-zación de los movimientos conyu-gales puede estar referida, entre otras causas, a factores económicos.

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